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LOS MÁRTIRES DE ADOBES ,O DE SAN FRANCISCO DE ASIS:
 10 MÁRTIRES LAICOS DE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN ATOTONILCO…. 

LOS MARTIRES DEL SILENCIO

​Transcribo lo que el Pbro. Tiberio Munari resume en la edición 217 del Semanario, periódico de la arquidiócesis de Guadalajara el 01 de abril del 2001 como un testimonio   de los llamados mártires de Los Adobes del municipio de Atotonilco el Alto, que se suman al resto de los que fueron sacrificados en toda  la zona de los Altos .

El 11 de agosto de 1928, unos 200 soldados federales, al mando del General Juan Domínguez Garza, llegaron de Tepatitlán a San Francisco de Asís rumbo a Arandas por el camino “sanjuanero”. Eran las cinco de la tarde cuando encontraron en el rancho de Guadalupe a cinco pacíficos trabajadores, eran: Ángel Hernández Angulo, Marcos González Hernández, J. Reyes Fonseca Hernández, Eusebio Angulo Fonseca y J. Guadalupe Angulo Fonseca.
Era el tiempo de la «concentración» de los campesinos en los grandes centros, y sólo podían quedarse en el pueblo con un salvoconducto del Gobierno. De esos cinco hombres, sólo uno llevaba este documento, Marcos González; por eso lo dejaron libre mientras a los otros cuatro se los llevaron presos.
Cuando el pelotón llegó al rancho de Los Adobes, Los federales apresaron a otros cinco hombres pacíficos: Juan Vázquez, Alberto Padilla, Máximo Campos, J. de Jesús Angulo y el peluquero Jesús Orozco.
Mientras tanto llegó el señor Agustín Coss y León ofreciendo al General Juan Domínguez una fuerte suma de dinero para el rescate de su cuñado Ángel Hernández, pero el militar no aceptó. También llegó Marcos González que había ido a buscar los salvoconductos de sus compañeros. Cuando el general lo vio delante, le dijo: «A ti ya te habíamos dejado libre; pues ahora no hay perdón y por tarugo mañana te vamos a colgar».
Los federales pasaron la noche en una pequeña hacienda del Cerro el Viborero y a los presos los encerraron en la caballeriza. Ellos pasaron la noche en oración, dirigida por Ángel Hernández. Cantaban y rezaban el Rosario. El soldado de guardia quería callarlos y ellos respondieron: «Sólo con las balas nos callaremos». Esto lo testimonia el Comisario del pueblo, Roque Hernández, quien siguió a los presos suplicándole al general Domínguez que los dejara libres ya que eran hombres pacíficos. La respuesta del general fue brutal: «Si me sigues molestando, tengo también para ti una reata para colgarte mañana».
El día siguiente, 12 de agosto, llevaron a los diez presos a la orilla del río Adobes donde había muchos árboles de fresnos, y los dispusieron en fila para colgarlos uno a uno. Los federales sacaron de sus casas a mujeres y ancianos para que presenciaran la ejecución y darles así escarmiento. Uno de los condenados, cuando le tocó su turno, intentó huir pero fue alcanzado por un disparo de un soldado que lo hirió en una pierna. Lo golpearon y después lo colgaron, era un muchacho de veinte años y se llamaba Eusebio Angulo.
Digno de recuerdo es el acto heroico del joven Alberto Padilla, de veintidós años de edad, hijo de Valerio Padilla. Se ofreció al general para morir en lugar de su padre. El general aceptó y Alberto murió mártir como los demás. Se le prohibió a la gente que los descolgaran hasta nueva orden del general. Sin embargo, desafiaron  la orden y velaron a los mártires durante toda la noche de aquel trágico día.
Por la madrugada del 13 de agosto,  bajaron los cadáveres y los llevaron a Atotonilco, para tramitar las actas de defunción. Extendió las actas, José Gutiérrez M. registrando el nombre, el apellido, la edad, el estado civil, la profesión y el lugar del fallecimiento de cada uno, declarando que «fueron ahorcados por las fuerzas federales sin asistencia médica y sepultados en una fosa de tercera clase», en el panteón de Atotonilco el Alto, Jal.
Otro testimonio lo es el de se da con motivo de la edificación del templo de la Santísima Trinidad y sus cambios a través del tiempo ya que  según lo narran los vecinos Entre 1926-1928 la finca se suspendió, por la persecución religiosa, que impedía toda actividad relacionada con el Catolicismo y la fe Cristiana.
El 12 de agosto del 2000, los habitantes de Adobes  quisieron recordar a sus mártires, levantando en el lugar de su sacrificio un monumento a Cristo Rey. Un testimonio más entre muchos aún por conocerse. Fe sencilla, profunda y heroica. De todas partes acuden a este  rancho de la delegación de San Francisco  de Asís, Jal., para rendir homenaje y pedir favores a diez mártires laicos que dieron su sangre por Cristo Rey y Nuestra Señora de Guadalupe, en el tiempo de la Persecución Religiosa.
Desde 1998 un grupo de amigos de los cristeros promueve una misa en el lugar de los hechos ,se realizan también las conocidas cabalgatas.
 En el año 2000 el obispo de san juan ahora de Zamora Javier Navarro  instruyó al padre Juan Carlos González para promover la  canonización de los mártires  seglares y a Don Nicho Vázquez Fonseca quien fuera el secretario de del beato Miguel Gómez Loza y que para la historia local son un acontecimiento poco conocido y que requiere ser revalorado como lo sucedido  en la hacienda del Valle  donde fue acribillado el general Gorostieta
Y Los que faltan.
Entre tanto, otros procesos de canonización siguen su curso. Los más aventajados son los de quienes han recibido el título de venerables, por constar que vivieron en grado heroico las virtudes cristianas, y sólo esperan la aprobación de un milagro para proceder al voto que les daría el título de beatos.
 Es el caso de los originarios de  Atotonilco: la reverenda madre María Luisa Josefa del Santísimo Sacramento de la Peña Navarro;  la Madre Luisita, fundadora de las Carmelitas Descalzas del Sagrado Corazón, (1866-1937)
Y a  Sor MARÍA YOLANDA de Nuestra Señora de Guadalupe  nacida en junio de 1942, en la comunidad de la Mesa del Pino y  que murió en  junio de 1991), Religiosa profesa de las Siervas de la Santísima Trinidad y de los Pobres, (cuya fundadora fue la beata  Vicenta de Santa Dorotea Chávez Orozco). La sierva de Dios llamada María Yolanda López Guzmán,  fue una gran divulgadora de la devoción a la Medalla Milagrosa, y quien vivió postrada en cama muchos años  falleció con fama de santa, luego de una penosa enfermedad, La Madre Yolanda, fue una mujer de fe y de caridad para los pobres, llena de un gran amor a la Santísima Virgen María.
Y también recordamos ha, pero, bueno el es ya beato ,el carmelita, fray (José María ) Gabriel Escoto Ruíz, mártir de persecución religiosa  en España, originario de la comunidad de  Agua Caliente
 En otra oportunidad daré cuenta de otros mártires cristeros que en algún momento de su vida tuvieron relación con nuestra ciudad.

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