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Dr. J Jesus Huerta Leal

Personaje ilustre en los albores de nuestra independencia y luego llamado padre del "federalismo" mentor de una pléyade de hombres  liberales y federalistas que forjaron a la republica.
Historiador, canónigo, gran orador, un sacerdote partidario de las ideas juaristas y de la república, mientras fue pastor del pueblo de Atotonilco por varias décadas.
El padre Huerta vino al mundo en Santa Ana Acatlán, Jalisco, en el año de 1775; se formó en el seminario conciliar tapatío; muy joven, recibió la orden del presbiterado de manos de su obispo, Don juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo. Fue, igualmente alumno de la Universidad de Guadalajara, donde obtuvo la licenciatura y el doctorado en teología en 1802, tiempo durante el cual fue también bibliotecario y vicerrector del seminario.
Primero fue nombrado párroco de Matehuala y en 1819 pasó a Atotonilco el alto, curato que administró por espacio de cuarenta años, hasta su muerte, acaecida en Acatlán, el 6 de noviembre de 1859.
Distinguido orador sagrado y tribuno excelso, mantuvo una actitud de reserva y hasta de rechazo a la causa de la independencia, tal vez por aversión al uso de las armas, aun bajo el pretexto de la legítima defensa. Sin embargo, en la última fase de la dominación española, esgrimió argumentos irrebatibles para justificar la conveniencia de la total emancipación de los dominios hispanos de ultramar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 
Brillante legislador
Entre 1823 y 1824, el padre Huerta fungió como presidente del primer congreso constituyente de Jalisco y en calidad de tal participó, en la ciudad de México, en la comisión legislativa de constitución, donde planteó y defendió con ardor un sistema federal de gobierno.
Coherente con sus principios, no aceptó el cargo de abad de la basílica nacional de Santa María de Guadalupe, que indebidamente le ofreció su discípulo, el varias veces presidente interino Valentín Gómez Farías, quien había sido su alumno en el seminario de Guadalajara.
Anticipándose a su época, ya octogenario, el clérigo Huerta Leal emitió su opinión a favor de las leyes llamadas de reforma, no en lo relativo al anticlericalismo que las inspiraba, sino en lo tocante a la necesidad de aligerar a la iglesia de oficios gravosos a su misión, como era administrar posesiones temporales.
Don Agustín rivera y Sanromán quien es el autor de la mayoría de los datos que transcribo a continuación nos dice: el objetivo de la presente biografía del clérigo liberal Jesús Huerta Leal. Es de destacar su participación en la formulación de la primera carta magna y demás actividades políticas relacionadas con la instauración del federalismo en México.
No hay que perder de vista que meses antes inició un proceso de cambio en el marco de un país que apenas había logrado independizarse de España y buscaba una identidad para su gobierno, ya se mencionaba como provincia libre de nueva Galicia y días después se fue consolidando la idea de crear el estado de Xalisco y fue así que la diputación provincial en la que el doctor José de Jesús Huerta Leal, fue quien redactó un manifiesto, donde apoya la soberanía del estado; el derecho a la separación política de la nueva Galicia en república federal y no esperar a que la metrópoli nos rija y disponga lo que convenga.

Un proceso que inició Jalisco, finalmente se convirtió en Estado pionero que motivó el pacto federal que integró la república federal de los estados unidos mexicanos, concepto que más tarde ratificaría el constitucionalista Luis Manuel Rojas.

"El acta constitutiva de la federación mexicana, es el documento base de nuestra república federal y debería ser conocida por todos los mexicanos, por lo que es necesario rememorar a los distinguidos constituyentes que forjaron el acta, dentro de los cuales figuró el notable jalisciense, José de Jesús Huerta Leal, autor de diversas obras singulares para la creación del estado libre y soberano de Jalisco y presidente del mismo congreso constituyente al clausurar sus sesiones en 1824.
Agustín rivera y Sanromán sacerdote e historiador laguense anales de la reforma 1857.

Comparto yo con don Agustín rivera sus palabras al expresar: no he dudado extenderme en esta nota para hacer una mención que tenga noticia de los rasgos biográficos de este clérigo que fue cura propio  de nuestra ciudad. A continuación transcribo fracciones de textos de discursos  que pintan de cuerpo entero  al  Dr. Huerta que  en 1821 publicó un opúsculo con el título de reflexiones en el que dijo: no, el púlpito de Atotonilco no ha querido parecerse a los de ...  qué sé yo cuántos son; no se ha profanado con discursos seductores y a pesar de las fieras disposiciones del califa que nos tiranizaba, no ha podido convertirse en cátedra de error y de engaño...  no se han oído aquí sandeces, injurias, maldiciones, mentiras y aun proposiciones hereticales...  ¿se olvidará Don José de la Cruz, de que en su plan entró la observación aun de los naturales desahogos del dolor? ¡Francisco Huerta!, (su padre) tú te ocupabas en fecundar el campo regándolo con el sudor de tu rostro; tus manos desentrañaban la tierra para hacerla producir los copiosos frutos que esperabas recoger a su tiempo. Allí, en tal afán, te encontró una pistola tan aleve como impune: caíste herido mortalmente casi a la vista de tus tiernecitos hijos... ¿pude yo lamentar sensiblemente tamaña desgracia? ¡Ay! ¡Amado hermano mío! mis pasos fueron contados, mis palabras examinadas y mi semblante observado: el espionaje me seguía hasta el rincón de mi casa...
Y en otro tomando por base esta frase de Iturbide: ya sabéis el modo de ser libres; a vosotros toca señalar el de ser felices, el doctor Huerta, con la voz profética del gran pensador, hace la reseña del porvenir de México desde el tiempo en que hablaba, 1822, hasta nuestra época contemporánea. Dice: conque somos libres, señores; pero aún no somos felices. Es decir, que es cuando más la mitad del camino la que llevamos recorrida. Porque ¿quién puede dejar de conocer la gran distancia, que separa el uno del otro extremo? si ha sido inmenso el espacio que se ha corrido desde la esclavitud hasta la libertad, no es menos extenso el que aún se tiene que andar desde la libertad hasta la felicidad. Y si en carrera tan dilatada no hay la energía necesaria para remover.nuestro personaje  el orador indio como lo llama el historiador hacia el fin de su sermón dice: ¿quién puede quitarnos los resabios del opresor en que nos educamos y hemos envejecido? esta es obra vuestra, señor, no menos que la de haber roto los lazos de nuestra esclavitud. Concluidla, pues, ¡oh buen dios!, conduciéndonos al término venturoso de felicidad a que aspiramos... si así lo hacéis, ¡oh padre de misericordias y dios de todo consuelo!, si tenéis la dignación de bendecir nuestros trabajos y desvelos, no importa que esté cubierto de malezas el campo donde vamos a esparcir la semilla de nuestra felicidad.
Consultado por su coadjutor en Atotonilco, sobre lo que debía hacer con los juramentos, le contestó (y esta contestación se publicó en los periódicos): sobre adjudicaciones y denuncias, que es otro punto de los contenidos en su apreciable comunicación de la fecha referida, lo más que puedo decir a usted es que obre según lo que le dicte su prudencia, no dando lugar a que en la efervescencia de pasiones y de partidos, se formen comentarios en que aparezca usted o esa mi parroquia aumentando el catálogo de las personas que, por ilusión, fanatismo o ambición, reprueban la moderada ley de desamortización o entorpecen su ejecución. Algo más podía hacerse en bien de la humanidad y yo en mi tanto lo hubiera hecho, si sucesos que no pude evitar no me hubieran cortado, como suele decirse, el pie de la navaja. También se publicó en los periódicos un artículo del Doctor Huerta en que, a pesar de ser cura, escribió contra los derechos parroquiales.
Por su edad de más de noventa años tenía en Atotonilco el Alto  cura coadjutor, que era el presbítero Abundio Fernández y él vivía en santa Ana Acatlán, su pueblo natal  apenas 10 leguas de Guadalajara y a quien el padre Agustín rivera se refiere como indio, por su origen.
Aunque en la pagina 78 del libro compilación de datos para la historia de Atotonilco el Alto de el Prof. Luis Orozco señala que fue cura  de Atotonilco de 1825 a 1833 que por supuesto no concuerda con lo datos expresados al principio de este articulo, tomados del periódico semanario
Igualmente en documentos de los notarios jaliscienses se expresan así: mencionemos a la primera generación de prohombres jaliscienses que encarnaron el más puro federalismo: José de Jesús Huerta Leal, Ramón Ignacio Prisciliano Sánchez Padilla, Francisco Severo Maldonado y José Mariano Fausto Andrés Otero Mestas, les prosiguen guías de la talla de Pedro Ogazón e Ignacio Luis Vallarta, culminando el señero padre de la reforma, Don Valentín Gómez Farías. Todos ellos trascendieron en la nación entera.

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